Santa María, Virgen de Nazaret, Señora de
Belén, el tiempo se ha cumplido, la promesa del Padre es ya una realidad, Dios
está entre nosotros como un niño pequeño nacido en un portal.
Qué linda que te ves, Virgen María, con tu rostro
sonriente y tu mirada limpia, sosteniendo en tus brazos a tu Niño Jesús, el
Emmanuel.
Qué linda que te ves, Madre de Dios, ofreciendo tu
Niño a los pastores que alegres y gozosos salieron a buscarlo cuando oyeron a
los ángeles cantar la gloria de Belén.
Qué linda que te ves, Virgen y Madre, rodeada de
reyes y de sabios que guiados por la estrella llegaron a Belén entusiasmados
porque en el mundo había nacido un nuevo rey.
Santa María, Virgen de Nazaret, yo vengo a unirme a
ti en este día de gozo y esperanza, para cantar contigo al Dios que da la vida,
la gracia y el perdón.
Niño Jesús: Tú eres el Rey de la Paz, ayúdame a
aceptar sin amarguras las cosas que no puedo cambiar.
Tú eres la fortaleza del cristiano; dame valor para
transformar aquello que en mí debe mejorar.
Tú eres la sabiduría eterna; enséñame en cada
instante como debo obrar para agradar más a Dios y hacer mayor bien a las demás
personas. Te lo suplico, por los méritos de tu infancia a Ti que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén.
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