La Ley de Moisés mandaba que a los 40 días de nacido un
niño fuera presentado en el templo.
El dos de febrero se cumplen los 40 días,
contando desde el 25 de diciembre, fecha en la que celebramos el nacimiento de
Jesús.
Los católicos hemos tenido la hermosa costumbre de llevar los niños al
templo para presentarlos ante Nuestro Señor y la Santísima Virgen.
Esta es una
costumbre que tiene sus raíces en la Santa Biblia.
Cuando hacemos la
presentación de nuestros niños en el templo, estamos recordando lo que José y
María hicieron con el Niño Jesús.
La Ley de Moisés mandaba que el hijo mayor de
cada hogar, o sea el primogénito, le perteneciera a Nuestro Señor y que hubiera
que rescatarlo pagando por él una limosna en el templo.
Esto lo hicieron María
y José. Por mandato del Libro Sagrado, al presentar un niño en el
templo había
que llevar un cordero y una paloma y ofrecerlos en sacrificio al Señor , el
cordero y la paloma son dos animalitos inofensivos e inocentes y su sangre se
ofrecía por los pecados de los que sí somos ofensivos y no somos inocentes.
Jesús no necesitaba ofrecer este sacrificio, pero quiso que se ofreciera porque Él venía a obedecer humildemente a las Santas Leyes del Señor y a ser semejante
en todo a nosotros, menos en el pecado.
La Ley decía que si los padres eran muy
pobres podían reemplazar el cordero por unas palomitas.
María y José, que eran
muy pobres, ofrecieron dos palomitas en sacrificio el día de la Presentación
del Niño Jesús.
En la puerta del templo estaba un sacerdote, el cual recibía a
los padres y al niño y hacía la oración de presentación del pequeño infante al Señor.
En aquel momento hizo su aparición un personaje muy especial. Su nombre era
Simeón.
Según la tradición, él fue uno de los 70 traductores
que traducían los libros de la Santa Biblia del hebreo al griego para la
biblioteca.
Cuando él estaba traduciendo las profecías de Isaías sobre el
nacimiento del Emmanuel (Mesías) de una Virgen, él dudó sobre la exactitud de
la profecía y quiso cambiar la palabra “virgen” por “mujer.”
En este momento
tuvo una revelación del Espíritu Santo, que le dijo que no debería cambiar la
profecía y que él no moriría hasta que viera el cumplimiento de esta profecía
de Isaías sobre el nacimiento del Mesías precisamente de la Virgen.
Cuando el Niño Divino nació y fue traído al Templo,
Simeón recibió la revelación del Espíritu Santo y finalmente vio al Niño, al
Salvador.
Al llegar al Templo el santo anciano Simeón. no solamente vio al
Niño prometido y a su Purísima Virgen Madre sino que también pudo tomar al Niño
en sus brazos.
Es entonces cuando San Simeón pronunció aquellas
inmortales palabras que tan a menudo se escuchan durante los oficios religiosos
de las vísperas:
“Ahora despides en paz a tu siervo, Señor, según tu palabra,
pues han visto mis ojos tu salvación, que has preparado a la vista de todos los
pueblos, luz de revelación para las naciones y gloria para tu pueblo Israel.”
Simeón
levantándolo al niño hacia el cielo
proclamó en voz alta dos noticias: una buena y otra triste.
*La noticia buena
fue la siguiente: que este Niño será iluminador de todas las naciones y que
muchísimos se irán en favor de él, como en una batalla los soldados fieles en
favor de su bandera. Y esto se ha cumplido muy bien. Jesús ha sido el
iluminador de todas las naciones del mundo. Una sola frase de Jesús trae más
sabiduría que todas las enseñanzas de los filósofos. Una sola enseñanza de
Jesús ayuda más para ser santo que todos los consejos de los psicólogos.
*La
noticia triste fue: que muchos rechazarán a Jesús (como en una batalla los
enemigos atacan la bandera del adversario) y que por causa de Jesús la Virgen
Santísima tendría que sufrir de tal manera como si una espada afilada le
atravesara el corazón.
Ya pronto comenzarán esos sufrimientos con la huida a
Egipto. Después vendrá el sufrimiento de la pérdida del niño a los 12 años, y
más tarde en el Calvario la Virgen padecerá el atroz martirio de ver morir a su
hijo, asesinado ante sus propios ojos, sin poder ayudarlo ni lograr calmar
sus dolores.
Y Jesús ha llegado a ser
como una bandera en una batalla: los amigos lo aclaman gritando “hosanna”, y
los enemigos lo atacan diciendo “crucifícale”. Y así ha sido y será en todos
los siglos.
Y cada vez que pecamos lo tratamos a Él como si fuéramos sus
enemigos, pero cada vez que nos esforzamos por portarnos bien y cumplir sus
mandatos, nos comportamos como unos buenos amigos suyos. Después de este
interesante hecho de la Presentación de Jesús en el templo, la Virgen María
meditaba y pensaba seriamente en todo esto que había escuchado. Aquí Simeón
hace el papel del representante de la humanidad del Antiguo Testamento, la que
esperaba al Salvador y simultáneamente se convierte en el predicador de la
Gracia del nuevo Testamento. El relato de este hermoso hecho lo podemos leer en
San Lucas, Capítulo 2, vs. 22-39. Te invito a que pensemos, meditemos y así podríamos sacar las mejores lecciones de estos hechos tan importantes, que tengas un lindo día.
+Diario Perú21 +IVAN REYES CONTRERAS +El Bocón +Chef Rama +Xiomy Cm +YACQUELINE DENELATON-80 +Chin H Shin +Pintura y Pincel
La sabiduría suprema es tener sueños grandes para no perderlos de vista mientras esto se persigue.+Diario Perú21 +IVAN REYES CONTRERAS +El Bocón +Chef Rama +Xiomy Cm +YACQUELINE DENELATON-80 +Chin H Shin +Pintura y Pincel
No hay comentarios.:
Publicar un comentario