Tanto el músico al componer, como el pintor al pintar, el
poeta al
versificar o el escritor al escribir, no hacen sino intentar
manifestar con su
obra sus propios sentimientos.
Y sólo seremos capaces de participar verdaderamente de esa
obra si
sabemos captar los sentimientos que fueron su causa.
Pero, ¿cómo?
Leyendo concienzudamente lo escrito,
estudiando
lo pintado o escuchado lo compuesto,
al tiempo que tratamos
internamente de
conectar con la vibración del sentimiento del artista en el
momento de la
creación, que está siempre presente en su obra y deseando
ser captada, y de
conseguir que nos impregne.
Cuando lo hayamos logrado,
cuando forme parte de nosotros mismos,
sentiremos lo que él intentaba
decirnos y
siempre, sin excepciones, será mucho más de lo que su obra
material
parece expresar.
Esto sirve para cualquier obra:
Artística, filosófica, culta
o no, inspirada o no.
E, incluso para cualquier obra humana,
aunque no sea artística.
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