Ser parte
importante en el armado y vivencia del cumpleaños de un niño, es ser parte de
una historia inolvidable para esa alma, como también una bendición para un
adulto.
Resistir a tercializar por comodidad o conveniencia el proceso
maravilloso de armar y festejar un cumpleaños. El amor se siente presente de
cuerpo y alma en el espacio que como cuenco no pierde el espíritu de quien es
recordado en su fecha por haber nacido!.
Para todo niño es una ilusión inmensa.
Recibiendo todas las bendiciones del
universo como cuando nació!
El pequeño
crece, y es una alegría revivida cada año en que recordamos el día de su
llegada.
Los primeros tres años, poca conciencia tendrá el Yo de este niño de
su día especial, y en esos primeros años, la fiesta ha de tener el sosiego, el
amor de los papás, abuelos, tíos y algún primito o hijos de amigos de los
papás. Una torta con una vela, una canción y un cuentito corto contado con
amor, será suficiente.
Más tarde, a
partir de los cuatro años, las cosas se irán modificando: sería bueno
considerar que los invitados, por lo general, no deben sobrepasar la cantidad
de años que el niño cumpla.
Es importante festejarlo el preciso día del
nacimiento, no trasladar el festejo a otro día por motivos de organización.
Antes de
cada cumpleaños hay una semana vivida con expectación y excitación por el niño.
Es importante ir contándole su “biografía” cada día, realzando lo de “el día en
que llegaste a la tierra, a nosotros…”
En esa
semana se pueden ir preparando los “regalitos” para quienes van a venir. Lanas,
cáscaras, semillas, pequeños tejidos, pompones, etc. Siempre pensando en quien
será el destinatario, y hacerlos con los niños hablando de él o la amiga o
pariente que lo recibirá.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario