Tú,
que el valor y la fuerza
se te fue
por entre tus pechos
que un día fueron fuente de vida,
fuente de placer y felicidad.
Tú,
que recibiste en tu cuerpo
el beso amargo
de la noche oscura.
Tú,
que entre a poquitos
aprendiste a caminar
y aún caminas
a pesar del peso y dolor
de tus cadenas.
Tú,
que eres mi pensamiento
y mi dolor,
mi desvelo,
mi signo grabado a fuego.
Quisiera apagar, con mis lágrimas,
la tristeza de tus lágrimas
hacia adentro;
tu sonrisa de labios mordidos,
hacia adentro,
besarlos quisiera en cariño fresco de primavera,
con mis labios húmedos de rocío;
quisiera abrazarme a tus entrañas
y acabar con ese peso invisible
que mata tu alma.
Tu,
que aprendes cada día
a valorar el significado del verbo
“amanecer”
y enriqueces el verbo “amar”
con las caricias de tus manos
y tu hablar
y tu sonrisa,
y el canto bello de tu risa.
Tú,
a Ti,
a quien quiero por igual,
te ofrezco mi consuelo,
mi cariño verdadero,
la caricia necesaria,
en esos momentos
en los que nada ni nadie
te basta
para aplacar tu desconsuelo.
Porque te quiero
seas quien seas.
¿Sabes?,
eres como yo
o, tal vez,
yo sea como tú,
qué más da,
la verdad es,
que cualquier día,
es posible,
yo mismo
me encuentre entre guijarros y espinas,
necesitando tener
a mi lado,
alguien que me quiera,
y entonces, poder sentir
que, aquel pequeño amor
que yo dí, pudo servir
para algo,
a pesar de no llevar
un lazo rosa en mi solapa,
y llevarlo en mis entrañas.
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