Las madres caninas son entregadas, protectoras y
cariñosas con sus cachorros, como todas las hembras mamíferos.
Evitan que se
alejen y se muestran agresivas con otros perros, incluso con personas extrañas.
Algunas hembras impiden que el macho se acerque durante los primeros días
después del parto, con el fin de proteger a sus cachorros de cualquier peligro
que ponga en riesgo su vida.
Son protectoras con sus cachorros, con quienes establecen
vínculos hasta los cuatro meses, excepto en el caso de los cachorros más
débiles, si bien todos se independizan de la madre llegado el momento, la
hembra deja de amamantar a los cachorros, que ya están preparados para tomar
otros alimentos.
*En el otro extremo, aunque no es frecuente, destacan
las perras que matan a todos los cachorros.
Este comportamiento es posible en
hembras jóvenes y muy nerviosas, sin instinto maternal y que no se sienten
seguras.
Los primeros días después del parto, la hembra pasa todo
el tiempo con los cachorros.
Solo se separa de ellos para comer o hacer sus
necesidades.
Los perros tienen una gestación muy corta y nacen muy desvalidos,
por lo que son muy dependientes de la madre. La hembra les limpiará, calentará,
alimentará y protegerá durante los meses en que la relación con su camada es
más estrecha.
También dedicará tiempo a jugar con su prole.
El
desarrollo de esta faceta es fundamental para que los cachorros aprendan cómo
relacionarse de manera correcta con sus congéneres.
Nadie como la madre perra para criar a sus cachorros, ya
sea por su dedicación full-time, por el valor alimenticio de su leche, por el
calor y cuidados que les proporciona a sus bebés, etc.
Pero hay veces en que lamentablemente los recién nacidos
no tienen a su madre. Se necesita una madre sustituta.
Al nacer los cachorros están flacuchos y tiene “mal
aspecto”, pero en veinticuatro horas si la lactancia es correcta, van cogiendo
peso y mejor aspecto.
Durante las primeras semanas las orejas y los ojos están
sellados pero con el paso de los días se irán despegando y se volverán más
inquietos e irán buscando de forma natural un lugar más alejado donde eligen
dormir.
Pasadas las treinta y seis horas siguientes al parto,
podemos alimentarlo nosotros, bien con biberón, jeringuilla o cuentagotas… con
leche especial que hay en el mercado para ellos.
En las primeras 48-72 horas deben de ser alimentados cada
dos horas tanto de día como de noches.
La cantidad que le tengamos que dar
dependerá de la raza y por lo tanto, del tamaño, pero oscilará entre los 10 ml
a los 30 ml.
Si el perro ha probado la leche materna antes de la que
le vamos a dar nosotros, tal vez el cambio de sabor en un primer momento no sea
mucho de su agrado, pero como la necesidad aprieta no tardarán en aceptarla.
No
es conveniente darle leche de vaca dado que el porcentaje de lactosa es
demasiado alto, lo que les podría causar problemas digestivos.
Es preferible
leche materna de gran calidad o en su defecto leche de cabra, cuyo contenido en
lactosa es la que más se acerca a las perras.
Procurar siempre que se
encuentren calientitos, una vez que terminemos de alimentarlo es necesario que
desinfectemos bien el biberón y la tetina o el producto que hayamos empleado a
tal efecto, para que esté perfecto para la siguiente vez, acto seguido los
cogeremos y los apoyaremos en el hombro dándole suaves palmadas en el lomo para
que expulsen el aire que se hayan podido tragar al mamar.
En la primera semana se le dará de comer cada tres horas
y la segunda cuatro tomas durante el día y una por la noche.
En la tercera semana les empezarán a salir los dientes de leche
y es el momento ideal para hacer cambios en su dieta e ir los acostumbrando a la
papilla debe empezar a comer solos en platos llanos tres veces al día aunque no
podemos olvidarnos de darles el biberón, que en esta etapa sigue siendo
imprescindible.
Como recién nacido no posee en su intestino la fuerza
muscular necesaria para ayudar a la evacuación de sus deposiciones, por lo
tanto deberemos estimularlos para que lo hagan.
Después de cada comida humedeceremos un trozo de algodón
o una gasa y le frotaremos suavemente los genitales y la zona anal, al poco
tiempo el cachorro orinará y/o defecará.
Con esta sencilla maniobra estamos
sustituyendo a los lametazos que su madre le daría con el mismo propósito.
Esta maniobra se hará dos o tres veces al día y lo
haremos hasta los 21 días de vida, a partir de ahí el cachorro en este aspecto
será autosuficiente.
Otra cosa interesante es limpiar siempre al cachorro,
tanto después de comer como después de que haga sus necesidades. Con esto
evitaremos posibles infecciones.
*Te puede parecer difícil en un principio, pero se puede
lograr, con paciencia y ganas por sacarlos adelante. No te desanimes y mucha suerte,
cuando los veas con tres meses, la satisfacción que sentiréis es una de las
mejores sensaciones que podrás experimentar en esta vida.
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